viernes, 26 de abril de 2013

SÍSIFO parte 2





SÍSIFO parte 2

Cuando fue la muerte de Éolo, Salmoneo robó el trono de Tesalia, Sísifo, que era el heredero legítimo, consultó con el oráculo de Delfos, que le respondió: <<Engendra hijos con tu sobrina; ellos te vengarán.>> En consecuencia sedujo a Tiro, la hija de Salmoneo, la cual, al descubrir por casualidad que su motivo no era el amor por ella,  sino el odio a su padre, mató a los dos hijos que había engendrado con Sísifo. Entonces él fue al mercado de Larisa mostró los cadáveres, acusando falsamente a Salmoneo de incesto y asesinato, e hizo que lo desterraran de Tesalia. Cuando Zeus raptó a Egina, el padre de ésta, el dios fluvial Asopo, fue a Corinto en su busca. Sísifo sabía muy bien lo que le había sucedido a Egina, pero no quiso revelar nada a menos que Asopo se comprometiera a abastecer la ciudadela de Corinto con un manantial perenne. En conformidad, Asopo hizo que surgiera el manantial de Pirene detrás del templo de Afrodita, donde hay ahora imágenes de la diosa armada, del Sol y del arquero Eros. Entonces Sísifo le dijo lo que sabía. Zeus que por poco había escapado de la venganza de Asopo, le ordenó a su hermano Hades que llevase a Sísifo al Tártaro y lo castigara eternamente por haber revelado los secretos divinos. Pero Sísifo no se intimidó: astutamente, le puso a Hades unas esposas con el pretexto de aprender cómo se manejaban y rápidamente las cerró. Así quedó Hades preso en la casa de Sísifo durante varios días, creando una situación imposible, porque nadie podía morir, ni siquiera los hombres que habían sido decapitados o descuartizados; hasta que al fin Ares, cuyos intereses quedaban amenazados, acudió rápidamente, liberó a Hades y puso a Sísifo en sus manos.
Pero Sísifo tenía otro engaño de reserva. Antes de descender al Tártaro ordenó a su esposa Mérope que no lo enterrase, y cuando llego al Palacio de Hades fue directamente a hablar con Perséfone y le dijo que, como persona que no había sido enterrada, él no tenía derecho de estar ahí, sino que debían haberlo dejado en el otro lado del río Estigia. <<Permíteme regresar al mundo superior -suplicó- para que arregle mi entierro y vengue el descuido cometido conmigo. Mi presencia aquí es sumamente irregular. Volveré dentro de tres días.>> Perséfone se dejó engañar y le concedió lo que Sísifo pedía. Pero tan pronto como él se encontró de nuevo bajo la luz del sol faltó a la promesa hecha a Perséfone. Por lo tanto hubo que llamar a Hermes para que lo llevara de regreso al inframundo a la fuerza. Quizá porque le había echado la culpa a Salmoneo, o porque había revelado los secretos divinos, o también porque había vivido siempre del robo y asesinato con frecuencia a viajeros confiados -algunos dicen que fue Teseo quien puso fin a la carrera de Sísifo, aunque generalmente, esto no se menciona entre las hazañas de Teseo -, lo cierto es que se impuso a Sísifo un castigo ejemplar. Los Jueces de los Muertos le mostraron  una piedra gigantesca - idéntica en su tamaño a la roca en que se había transformado Zeus cuando huía de Asopo - y le ordenaron que la subiese a la cima de una montaña y la dejara caer por el otro lado de la montaña. Pero Sísifo nunca logró hacerlo, dado que cuando estaba cerca de la cima de la montaña la gigantesca la roca obligaba a Sísifo dejarla caer nuevamente al fondo de la montaña y pasaba eso siempre por el peso y gran tamaño que la gigantesca roca tenía. Entonces él tenía que empezar una vez más desde el principio y tenía que reanudar la tarea una vez más y aunque estaba lleno de transpiración y se levantaba una nube de polvo encima de su cabeza. Mérope, avergonzada por ser la única Pléyade con un marido en el Infierno - y además criminal -  abandonó a sus rutilantes hermanas en el firmamento nocturno y nunca se la volvió a ver jamás. Y así como el lugar donde está la tumba de Neleo en el istmo de Corinto era un secreto que Sísifo se negó a revelar incluso a Néstor, así también los corintios se muestran igualmente reticentes cuando se les pregunta dónde fue enterrado Sísifo.       


Fuente: LOS MITOS GRIEGOS PARTE 1 de Robert Graves.

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