Hubo una vez un hombre que era tan infeliz, y vivía de un modo tan miserable, que no cesaba de llamar a la Muerte para que pusiese fin a sus desdichas.
Cada día exclamaba :
¡Oh Muerte, que hermosa me pareces! Ven pronto a acabar con mi cruel fortuna.
Tanto y tanto la llamaba que al fin la Muerte, creyendo hacerle un favor, se presento ante él, después de llamar a su puerta. El miserable, viéndola ante sí, se llenó de espanto y gritó: ¿Qué veo? ¡Sal de aquí! Sólo tu vista me causa horror y pánico. ¡No te acerques! ¡Márchate lejos de mí!
Y el pobre hombre se dio cuenta entonces de que no tenía que haberse quejado de su miseria, puesto que poseía el maravilloso don de seguir viviendo.
Fuente: Fábulas de La Fontaine
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