En la mitología griega Heracles -significado de la palabra gloria de Hera- es un héroe de la mitología griega. Era considerado hijo de Zeus y Alcmena, una reina mortal, hijo adoptivo de Anfitrión y nieto de Perseo, por la línea materna. Recibió al nacer el nombre de Alceo o Alcides, en honor a su abuelo Alceo, si bien esta misma palabra evoca la idea de fortaleza. Sólo en la edad adulta recibió el nombre por el que se lo conoce, impuesto por Apolo, a través de Pitia, para indicar su condición de servidor de la Diosa Hera. En Roma, así como en Europa Occidental, es más conocido como Hércules y algunos emperadores romanos como Cómodo y Maximiano se identificaron con su figura.
Heracles, en la mitología Griega
Se trata del más célebre de los héroes griegos, el paradigma de la virilidad y el adalid del orden Olímpico contra los monstruos ctónicos. Su extraordinaria fuerza es el principal de sus atributos, pero también los son el coraje, el orgullo, cierto candor y un formidable vigor sexual. Se lo considera el ancestro de los Reyes de Esparta, (de este modo estos caudillos dorios se legitimaban como aqueos) y la influencia de esta polis en la Grecia Arcaica y Clásica fue una de las razones de la difusión de su leyenda y culto, haciendo de Heracles el héroe dorio por excelencia.
Abundan los relatos mitológicos sobre él, los más famosos de los cuales son Los doce trabajos de Heracles. Las historias de las cuales es protagonista forman un ciclo que se desarrolló constantemente durante toda la Antigüedad, motivo por el cual es difícil hacer una exposición cronológica o siquiera coherente de las mismas. El historiador francés Pierre Grimal en su Diccionario de Mitología griega y romana, propone clasificarlas en tres categorías, a saber: 1) El ciclo de los Doce Trabajos, 2) Las hazañas independientes de los mismos y 3) las aventuras secundarias ocurridas durante los doce trabajos. Como marco de los tres ciclos, aparecen los relatos de su nacimiento y de su muerte apoteosis, relativamente invariables en las diversas fuentes.
Las menciones más antiguas de Heracles aparecen en las obras de Homero y Hesíodo, pero relatos más o menos completos de sus aventuras son las obras de Psino de Lindos, Rodas (por lo demás desconocido) Pisandro de Camiros otro poeta Rodio, y Paniasis de Halicarnaso autor de una obra titulada Heraclea. Todas estas obras, con excepción de unas pocas citas fragmentarias, se han perdido.
Los poetas posteriores, sus comentaristas y, por último, los mitógrafos de la época helenística son, en la actualidad, las únicas fuentes escritas sobrevivientes que relatan las hazañas de Heracles. Un auxiliar importante para el estudio de las mismas es la iconografía, muy abundante, los principales episodios de las leyendas.
Heracles en otras mitologías
Las historias y el culto de Heracles se difundieron en cada sitio donde se establecieron los griegos; en muchos casos el héroe fue incorporado a otras mitologías o bien se lo identificó con algún personaje mítico anterior. Entre los Etruscos, sumamente receptivos ante la mitología helénica, Heracles se convirtió en Hercle, hijo de Tinia y Uni. A través de esta personificación los latinos desarrollaron la figura de Hércules. En la mitología de Roma, Hércules se identifica por completo con el Heracles griego y sólo se le añaden algunos episodios a sus aventuras destinados a relacionarlo con Italia y el Lacio. En otros casos, los propios griegos equipararon con Hércules a los seres míticos de otras culturas; así cuando sucedió con el Dios Fenicio Melkart, las divinidades egipcias Jonsu y Herishef o el celta Ogmios. En ocasiones estos otros Heracles fueron caracterizados con epítetos distintivos como Heracles tirio, Heracles Tasio (de Tasos), Heracles de Canobo o Heracles dáctilo. Este hecho llevó a historiadores y filósofos a especular sobre las existencias de diferentes Heracles a lo largo de la historia, siendo hijo de Alcmena el último de ellos y meramente un héroe.
Nacimiento e infancia
Un elemento principal de las conocidas tragedias que giran en torno a Heracles proviene del odio que la Diosa Hera, esposa de Zeus, le tenía. Heracles era hijo de Zeus y Alcmena, y por tanto su mera existencia demostraba al menos una de las muchas infidelidades de aquél. Como venganza por éstas, Hera conspiraba a menudo contra la descendencia mortal de Zeus. Zeus yació con Alcmena tras adoptar la apariencia del marido de ésta, Anfitrión de Tebas, que había dejado su hogar para ir a la guerra contra Atenas. Anfitrión volvió más tarde esa misma noche, y Alcmena quedó embarazada de gemelos.
En la noche en que los gemelos nacieron, Hera, conociendo el adulterio de su marido, logró convencer a Zeus de que prestara un juramento según el cual el niño que naciera aquella noche a un miembro de la casa de Perseo sería un gran rey.
Una vez Zeus hubo jurado, Hera corrió a la casa de Alcmena y ralentizó el parto sentándose con las piernas cruzadas y las ropas atadas con nudos. Al mismo tiempo, que su primo Euristeo naciese prematuramente, haciendo así que fuese rey en lugar de Heracles. Habría retrasado permanentemente el nacimiento de Heracles si no hubiese sido engañada por Galantis, su criada, quien le dijo que ya había asistido al niño en el parto. Tras oírlo, Hera salto sorprendida, desatando así los nudos y permitiendo que Alcmena diese a luz. Uno de los niños, Ificles, era mortal, mientras que el otro era el semidiós Heracles.
Otra versión cuenta que Hera retrasó el parto haciendo que Ilitía se sentase en la mencionada posición y que fue Galantis la que engaño a la Diosa. Hera convirtió a Galantis en comadreja y la obligo a dar a luz poniendo huevos por la boca.
Heracles fue bautizado con este nombre en un intento fallido por aplacar a Hera. Unos pocos meses después de su nacimiento, Hera envió dos serpientes a matarlo mientras dormía en su cuna. Heracles estranguló una serpiente con cada mano y fue hallado por su niñera jugando con sus cuerpos exangües como si fueran unos insignificantes juguetes.
En la noche en que los gemelos nacieron, Hera, conociendo el adulterio de su marido, logró convencer a Zeus de que prestara un juramento según el cual el niño que naciera aquella noche a un miembro de la casa de Perseo sería un gran rey.
Una vez Zeus hubo jurado, Hera corrió a la casa de Alcmena y ralentizó el parto sentándose con las piernas cruzadas y las ropas atadas con nudos. Al mismo tiempo, que su primo Euristeo naciese prematuramente, haciendo así que fuese rey en lugar de Heracles. Habría retrasado permanentemente el nacimiento de Heracles si no hubiese sido engañada por Galantis, su criada, quien le dijo que ya había asistido al niño en el parto. Tras oírlo, Hera salto sorprendida, desatando así los nudos y permitiendo que Alcmena diese a luz. Uno de los niños, Ificles, era mortal, mientras que el otro era el semidiós Heracles.
Otra versión cuenta que Hera retrasó el parto haciendo que Ilitía se sentase en la mencionada posición y que fue Galantis la que engaño a la Diosa. Hera convirtió a Galantis en comadreja y la obligo a dar a luz poniendo huevos por la boca.
Heracles fue bautizado con este nombre en un intento fallido por aplacar a Hera. Unos pocos meses después de su nacimiento, Hera envió dos serpientes a matarlo mientras dormía en su cuna. Heracles estranguló una serpiente con cada mano y fue hallado por su niñera jugando con sus cuerpos exangües como si fueran unos insignificantes juguetes.
Una versión del origen de la Vía Láctea es que Zeus engañó a Hera para que amamantase al infante Heracles. Al descubrir quién era, la Diosa lo apartó de su pecho y un chorro de su leche formó la mancha que cruza el cielo y que puede verse en él desde entonces (se cuenta una historia parecida sobre Hera y Hermes, pero sin embargo en ese caso el truco funcionó y le tomó más cariño).
Según la tradición griega, probablemente basada en la Oración (XII,99) de Libanio o en la Epítome de la Biblioteca de Apolodoro, Heracles fue concebido en vientre cuando Zeus, prolongó la noche en tres durante las nupcias de sus padres.
La leyenda cuenta que Heracles nació en Tebas, donde vivían Alcmena y Anfitrión.
Los antiguos griegos celebraban el nacimiento de Heracles en el 4º día de cada mes griego.
Los antiguos griegos celebraban el nacimiento de Heracles en el 4º día de cada mes griego.
Edad Adulta
Heracles creció sano y fuerte. Recibió con su hermano clases de música del maestro Lino, pero era un estudiante indisiplinado. Lino lo regañaba constantemente, y un día Heracles se enfureció y lo golpeó con una lira, matándolo al instante. El joven Heracles debió comparecer ante el tribunal, acusado de asesinato, pero salió del apuro citando una sentencia de Radamantis, según la cual existía el derecho de matar al adversario en caso de legítima defensa. Fue pues, absuelto. Pero Anfitrión, inquieto, y temiendo que su hijo adoptivo fuese presa de nuevos accesos de cólera se apresuro a enviarlo al campo, y lo puso al frente de sus rebaños. Allí, según una tradición, un boyero escita llamado Téutaro continuó con su educación, adiestrándolo en el arte de manejar el arco.
Heracles siguió realizando proezas tales como matar al León de Citerón, que estaba acosando y cazando los rebaños locales, y vistió con sus pieles. Cuando regresaba de su cacería se encontró con los emisarios del rey minio Ergino de Orcómeno, que había derrotado años atrás a los tebanos y les había impuesto un pesado tributo que debían pagar cada año. Heracles los atacó, les cortó la nariz y las orejas y las ató a sus cuellos, enviándolos de regreso con el mensaje de que ése era todo el tributo que iba a recibir. El rey tebano Creonte le recompensó dándole en matrimonio a su hija, la princesa Mégara, cuya hermana menor, Pirra, se casó con Ificles, hermano del héroe. Heracles tuvo con Mégara varios hijos.
Los Doce Trabajos
En un ataque de locura provocado por Hera, Heracles mató a sus propios hijos y a dos de sus sobrinos con sus propias manos. Al despertar y descubrir los terribles actos que había cometido, sintió un terrible dolor, y no quiso continuar viviendo más con Mégara (otras versiones dicen que también Mégara fue asesinada junto con sus hijos por la locura que le provocó Hera). En penitencia por ésta execrable acción, la sibila délfica le dijo que tenía que llevar a cabo diez trabajos que dispusiera Euristeo, el hombre que había usurpado su legítimo derecho a la corona y a quién más odiaba. Heracles llevó a cabo todos ellos con éxito, pero Hera le dijo a Euristeo, que estimase que en dos de los trabajos había fallado, pues había recibido ayuda, por lo que ordenó dos más, que Heracles también completó, haciendo un total de doce.
El orden tradicional de los trabajos es:
1. Matar al León de Nemea.
2. Matar a la Hidra del lago de Lema.
3. Capturar a la Cierva de Cerinia.
4. Capturar al Jabalí de Erimanto.
5. Limpiar los establos de Augías.
6. Matar a los pájaros del Lago Estínfalo.
7. Capturar al toro salvaje de Creta.
8. Robar las yeguas del rey Diomedes de Tracia.
9. Vencer a las amazonas y tomar el cinturón de Hipólita.
9. Vencer a las amazonas y tomar el cinturón de Hipólita.
10. Matar a Gerión y robar sus rebaños.
11. Robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides.
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